Salir a pasear provoca estrés, ya que no hay sitio para pasear tranquilamente. En esta película, los autos tienen piernas. Quizás por eso se atreven a subirse a las aceras como les parece. Está claro que no hay sitio, pero ¿no podríamos tener algo más de consideración?
Buscando la venganza contra los autos que invaden su vida cotidiana, la directora mezcla el dibujo y la stop motion para transformar el desorden urbano en un juego visual y sonoro. Una experiencia sensorial, rica en sonidos, colores e imágenes que busca un poco de paz en medio del caos.